The Red Bitch
—¡Evelyn!—gritaba una voz femenina a la vez que escuchaba risitas—,¡Evelyn despierta!.
Me desperté sin saber muy bien donde estaba, balbuceé algo que hizo que las risitas se convirtieran en carcajadas.
—¡Basta ya!—gritó mi profesora de literatura—, ¡ve al baño y lávate la cara!— me decía mientras intentaba levantarme del pupitre agarrándome del brazo.
Sentí la mejilla mojada, vi que había baba en mi pupitre «Estaba echando una buena siesta por lo que veo» Pensé.
Iba a trompicones a la puerta sin saber muy bien donde estaba, que estaba haciendo y donde iba.
Salí al pasillo y estaba todo en un silencio sepulcral. Aún estaba adormilada.
—¿Evelyn que haces aquí? — me preguntó el conserje Michael.
—¡Dios que susto! — le contesté mientras tenía el corazón que me iba a salir —,voy al baño.
—Está bien, pero no te quedes por ahí haciendo la remolona.
—Ok.
Al llegar al baño me recordaba a los de un hospital, blanco, oliendo a desinfectante como si hubieran hecho ahí la matanza de Texas.
Estaba haciendo pipí y me fije en las tonterías que las chicas escribían en los baños del colegio. Sentí la puerta del baño que se volvió abrir. Vi pasar por debajo de la puerta las patas de … «¿Un perro? »Me pregunté.
Era un perro enorme, nunca había visto uno así. Podía escuchar el gruñido que hacía, parecía hambriento.
Tenía miedo, «Y como demonios se suponía que iba a salir de ahí» Me pregunté.
Volvió a pasar y se detuvo en mi puerta. El sabía que yo estaba ahí. Estaba inmóvil solo gruñía, no ladraba y eso me ponía aún más nerviosa.
—¿Evelyn que haces ?—grito Julia— ,la profe está muy enfadada.
—¡No entres! — le grite desde dentro del baño.
Pero ella abrió la puerta del baño y el perro fue tras ella. Sonó solo un grito y ya no la volví a escuchar más. El perro volvió a donde yo estaba después de unos minutos que me parecieron interminables, no tenia escapatoria y parecía que el lo supiera y oliera mi miedo. Empecé a llorar «Como voy a salir de aquí» No dejaba de preguntármelo una y otra vez.
Pareciera que llevase siglos ahí metida cuando sentí abrirse de nuevo la puerta.
—¡Evelyn que demonios haces que no vienes! — chillaba mi profesora mientras buscaba en que habitáculo estaba.
—¡El perro! — grité sollozando.
—¿Que perro? — contestó —,¡abre y sal ya de ahí!.
Abrí la puerta no había perro ninguno.
Llegamos a la clase, podía escuchar un murmullo antes de nosotras llegar pero al vernos desapareció. Mire el pupitre de Julia y se encontraba vacío, solo su mochila. El estómago se me estaba revolviendo, estaba a la espera de que la profesora preguntase por ella y yo no sabría que decirle.
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