El retorno del principito
Soy Iryna y hasta hace tres semanas atrás era una adolescente más de cualquier ciudad Europea. Ahora huía de mi querida Kyiv. Estaba frustrada, llevaba ya más de 10 horas andando y no veía la ansiada frontera con Polonia.
Era una cuestión de vida o muerte.
Me senté aún lado de la carretera para poder descansar, ya no sentía los pies.
Me quede un poco adormilada cuando de pronto me despertó una extraña vocecita.
Cuando lo vi, supe quien era.
Yo - Se quien eres.
Eres el Principito, el niño del cuento.
Principito- ¿El aviador os hablo de mi?
Yo- Sí, contó cómo te conoció.
Principito- Ya veo
Yo- Deberías marcharte, es bastante peligroso ahora mismo estar aquí.
Principito- ¿Por qué?
Me parecía de locos que estuviera preguntándome tal cosa, ¿es que acaso no ve lo que está pasando?
Yo- Estamos en guerra, un loco quiere apropiarse de mi país.
Principito- ¿Guerra? ¿Que es eso?
No sabía cómo iba a explicarle a un niño que era la guerra, y que lo pudiera entender. Por cierto se ve que en su planeta nunca envejecía, seguía siendo un niño.
Yo- Pues es cuando gente pelea hasta hacerse mucho daño, porque quiere todo lo que tienen los demás.
Principito- ¡Ah vaya! Yo conocí a alguien así, era el hombre de negocios que compraba estrellas.
Yo- Algo así, aunque este no quiere estrellas, quiere países y es capaz de matar para tenerlas. Es una persona avariciosa.
Principito- ¿Que es ser avaricioso?
Yo- Que siempre quiere más, nunca tiene suficiente. No comparte, no es solidario.
Principito- Claro es como por ejemplo mi flor que una vez me enfade con ella porque era muy caprichosa y no quería compartir conmigo la puesta de sol, solo quería verla ella.
Yo- Exacto. Por eso todo el mundo está enfadado con él . Porque es caprichoso y se verá sólo, como tu flor.
Principito- Entonces cuando se vea solo se dará cuenta que no puede ser caprichoso, si no quiere estar solo.
Yo- Esperemos que así sea.
Al final la compañía del Principito en la tercera noche, en la calle, tan lejos, sola y con frío, se agradecía. De pronto vino a nuestro lado un perrito callejero, se veía que era pequeño y también huía de las bombas.
Principito se reía mientras el perrito le lamia la cara. Sin darme tiempo Principito cogió una de mis latas de comida, la abrió y se la dio al perrito que se puso contentísimo y en un abrir y cerrar de ojos se lo comió. Me puse súper furiosa, porque le había dado mi comida, sin mi permiso, y menos a un perro.
Yo- No vuelvas a darle de comer, es mi comida y tengo muy poco, debo racionarlo
Principito- Perdón, pensé que no te importaría, se le veía con mucha hambre, pobrecillo.
Yo- No vuelvas hacerlo.
Principito- Pensé que debíamos compartir, ser solidario.
El se sentó al lado del perrito, haciéndole carantoñas. No volvimos hablar más, estaba demasiado enfadada para hablar con él.
Me desperté sobresaltada busque al Principito y no lo veía por ningún lado, también al perrito pero tampoco lo veía. Se habían esfumado sin más. Me sentí sola, en ese momento los eché de menos
Y me arrepentí de no haberles pedido perdón. No me importaría en este momento compartir mi comida con ellos si volvían a estar conmigo en este triste y largo recorrido.
#VocesdeUcrania
Comentarios
Publicar un comentario