Redención Una historia del camino. No podía más, tenía los pies con ampollas, colorados como un tomate y las rodillas me sonaban como las bisagras viejas de una puerta, el dolor era insoportable. Me senté debajo de un árbol, necesitaba descansar, necesitaba respirar además debía pensar que iba hacer. Mirando a mi alrededor me di cuenta que estaba en el Camino de la Vía de la Plata, no sabía cómo había llegado ahí, huyendo me había metido en ella. Llevaba varios días andando, pasaba desapercibida, era una más, nadie sabía quién era, que hacía y de quien huía. Pensándolo bien, si supiera mi padre donde estaba pensaría que era una broma, o mejor dicho, otra manera más de manchar el honor de mi familia. Yo no era creyente de nada, solo creía en mi y en nadie más. Estaba en Astorga eso era lo que ponía, necesitaba comer algo y beber algo. Había pasado las noches dormida a la intemperie temiendo que me pudieran encontrar. Prefería dormir en el camino, escondida que irme algún albergue en
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