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El reflejo de Johanna Eck

 El reflejo de Johanna Eck   Berlín 26 de febrero del 2022 Mi madre estaba hablando con mi abuela Janny, pero no les prestaba atención. Estaba absorta en la historia de mi familia. Me habían contado el porqué era tradición poner el nombre de Johanna a la primogénita. Era según el árbol genealógico mi bisabuela. Mi querida bisabuela Johanna Eck. Me enfadé al principio, habían tardado demasiado tiempo en contarme su historia, pero ahora entendí que era el mejor momento. Ahora a mis dieciocho años tenia la capacidad de entender la magnitud de su acto. Sentí orgullo, sentí la ganas de dar a conocer su historia.  Me imaginé estar en marzo del 1942 y ver cómo ayudó a Heinz, un chico joven judío que nadie quería ayudar por miedo a las represalias, pero ella no tuvo miedo. También gracias a su casera conoció Elfriede Guttmann. Quien en diciembre del 1943 la Gestapo hizo una redada en su casa, ella pudo escapar después de esconderse debajo de unas de las cama. Mi bisabuela no dudó...

Cenizas de una mujer

Cenizas de una mujer. Tenía 35 años y ya había tenido cinco hijos. Era 1969 y vivían bajo la dictadura de Franco. Era una sociedad machista. Pero mi madre no era de las que se quedaban en casa a que su marido viniera de trabajar. Ella tenía que trabajar.  El dinero no alcanzaba porque tenia un marido alcohólico al que no le importaba gastarse el pan de sus hijos.  Las mujeres de antes renunciaban a ser eso,  mujeres, parecían esclavas. Solo engendraban hijos y tenían que aguantar cualquier cosa por ellos, «¿violencia de género?» eso no existía. Si te pegaban, te lo merecías, algo habrías hecho.  Un día fue al médico, le iba a pedir algo que sabía que era ilegal, pero ella iba apelar a la caridad de que pudiera entenderla y le diera la píldora anticonceptiva. Necesitaba que le ayudara. Le costaba alimentar y cuidar a cinco hijos y sabía que ella era la única que podría evitar un embarazo ya que él siempre estaba borracho y era imposible confiar en él. El médico muy fa...

Blue Montains

 Blue Montains Otro día más lloviendo sin parar. Conducía a la estación de autobuses de la calle Franklin. Estaba intentado recabar información de mi último caso que no dejaba de atormentarme en este último año. Di un respingo en el asiento de mi coche al recibir la llamada de la central. Estaba tan concentrada pensando en los últimos hallazgos que no me lo esperaba. -Buenos días, detective Molina, la necesitan en el accidente de Blue River. -Buenos días, ¿me necesitan en un accidente de tráfico? No es mi trabajo.-Contesté algo enfadada. -Perdone, pero no puedo darle más información, no quieren que trascienda a los medios aún. Pero es importante que vaya. -Está bien. Iré. Ya veía a lo lejos las luces de policía, me acerqué a mis compañeros, se les veía el  semblante serio. -Buenos días, Molina. Necesitamos que vea esto.  La parte delantera del coche estaba destruida, habían chocado contra un árbol. Uno de los pasajero había salido despedido por el parabrisas delanter...

LA LIBRERÍA DE GERTRUDE AND ADELINE

La librería de Gertrude and Adeline Ya llevaba varios libros en la cesta pero echaría un último vistazo para ver si había algo más que me pudiera llevar. —Olivia vamos a cerrar—dijo Adeline. —¡Ya voy!—conteste desde el fondo de la librería—,siento ser tan pesada.  —¡Que dices! —me dijo con una sonrisa burlona—, siempre serás bienvenida aquí, eres mi clienta preferida. —Tu siempre tan cariñosa. —Son 20 dólares. —¿En serio?—le pregunté sorprendida—,¿20 dólares por seis libros que están nuevos?. —Ya sabes que soy buena negociadora para conseguir lo mejor para mis clientes. Salí de la librería con mis nuevas adquisiciones, era un día caluroso de diciembre y veríamos el desfile del carnaval de navidad de la ciudad. Estaba esperando en la terraza a que mis amigas empezarán a llegar para comer. Mientras ellas venían echaría un vistazo a lo que había comprado. Al abrir uno de los libros había unas fotografías que no habíamos visto ni Adeline ni yo entre las hojas. Era una chica rubia, pe...

Casualidad, causa y efecto

Hacia un calor de mil demonios, el verano estaba haciendo estragos este año.  Habíamos parado en un área de servicio de la carretera de La Coruña, mi padre echaba gasolina mientras nosotros aprovechábamos para ir al baño y comprar algo de beber, si el viaje estaba siendo algo «extraño» y «difícil» se hizo más cuesta arriba cuando mi padre quiso poner el aire acondicionado y no funcionaba, se había quedado sin gas, algo que mi madre ya se lo había dicho más de una vez que debería cargarlo, pero como siempre mi padre le decía «ya lo haré» que eso significaba «no lo haré nunca». Ellos seguían con sus «y tú más» iba a ponerme los auriculares para no escucharlos cuando mire a mi avó que estaba sentando a mi lado.   Yo me llamaba como mi padre Anxo que él a su vez se llamaba Anxo como el suyo. Había dos generaciones de Anxo en el coche. Estaba callado mirando por la ventana el paisaje que dejábamos atrás. Lo llevábamos a la ciudad, mi padre había decidido que mi abuelo no podía esta...

Ni Pío

  Ni Pío   - ¡Es imposible dormir! ¡Callaros ya! -Decía mi hermano Ángel que abría la puerta de nuestra habitación de mala leche. - ¡Mamá ven! -Gritaba también Rodrigo desde la otra habitación. - A Marta le gusta Carlos, a Marta le gusta Carlos. -Decía Leo mientras se echaba encima de mi. Se suponía que debíamos dormir temprano para que viniera Los Reyes Magos pero mi hermano Leo le gustaba chincharme, había leído mi diario y llevaba toda la noche con ello. Mi hermana Laura, ella solo reía. Tenía la risita floja y sí reía mucho … se hacía pis encima. - ¡Harta me tenéis! ¡Dormiros ya! Aquí no    vendrá ni Reyes ni leches. - Chillaba mi    madre. Nos dijo “No quiero escuchar ni pío”. Mientras dejaba la puerta de la habitación abierta. Leo no dejaba de mirarme en la cama de abajo de la litera. - ¡Mira lo que tengo! - Me decía mientras agitaba con la mano mi diario - ¿Como sabias donde estaba? -Me levante de la cama y me fui hacia él. Él no lo so...

Las mil y una noches

  Las mil y una noches   Estaba nerviosa y no dejaba de mirar el móvil, sería la primera vez que estaríamos juntos después de pasar mil noches hablando. Lo conocería, lo vería físicamente y no a través de una pantalla. Estaba en la puerta de hotel Barceló Torre de Madrid y aunque no había entrado se veía bastante bonito y de lujo, en una de las plazas más bellas que había visto, si os digo que está en la misma Plaza de España Madrid ya os podéis imaginar cómo debe ser. El lo había planeado todo y por lo poco que estaba viendo me sentía como en la película Pretty Woman. Podría haber entrado pero estaba tan nerviosa esperándolo y que imponía ya solo por fuera el hotel, que tenía algo de vergüenza de no saber que hacer allí mientras llegaba.  Lo vi aproximarse y me entró ganas de echar a correr y esconderme detrás de cualquier cosa. Empezó a sudarme las manos y palpitarme el corazón tan fuerte que pensé que allí mismo me daría un infarto. Iba guapísimo con un vaquero y una ...